El Everest un vertedero a gran altitud
- Andrea Kali
- 13 sept 2018
- 1 Min. de lectura

Un alpinista que pensaba encontrar una nieve inmaculada en el Everest puede llevarse una sorpresa desagradable. El hombre deja su rastro hasta e n el techo del mundo. Tiendas fluorescentes, material de escalada, botellas de oxígeno vacías e incluso excrementos. En los años 90’s se disparó el número de personas que escalaron la montaña de 8.848 metros de altitud. Este año, 2018, solamente en la alta temporada de primavera, al menos 600 alpinistas alcanzaron su cima. Pero esa popularidad tiene consecuencias. Los montañeros, que gastan mucho dinero para realizar el ascenso emblemático, prestan a veces poca atención a su huella ecológica. Y poco a poco, paso tras paso, los residuos van salpicando el Everest. Solo la mitad de los alpinistas recupera las cantidades de residuos exigidas, el problema principal es la dejadez de los visitantes, a la que se suma el hecho de que algunos responsables oficiales cierren los ojos a cambio de un pequeño soborno. "No hay bastante vigilancia en los campamentos altos (los situados por encima del campo base) para garantizar que la montaña sigue limpia. Ya ni las grandes alturas se salvan de la contaminación de los humanos
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